El estudio de grabación de La Habana que ha sido llamado "la catedral de la música cubana", un tesoro nacional y uno de los estudios en activo más antiguos del mundo, ha sido desmantelado y cerrado. Durante los meses que han transcurrido desde que me enteré de esta noticia, me he resistido a decirlo en voz alta. Y parece que no soy el único. Como periodista, he insistido en confirmar los detalles, pero al mismo tiempo he querido mantener en silencio la esperanza en la supervivencia de un lugar que llevo tan dentro de mi mente y mi corazón. He hablado con músicos, productores e ingenieros que han trabajado en el estudio. La mayoría ha preferido hablar off the record, pero todos me han contado distintas versiones de lo mismo:
El estudio está "destruido". Está "en ruinas" y "no queda nada".
Como saben los suscriptores de mi Substack, la historia del estudio pionero de La Habana es el eje central de Cuba on Record, el libro que estoy publicando aquí sobre el sello discográfico cubano seminal, Panart Records.
A lo largo de mis años de investigación sobre la historia del olvidado sello y de su fundador, Ramón Sabat, el propio estudio ha sido durante mucho tiempo, para mí, un símbolo del triunfo sobre la adversidad y, sencillamente, del poder de la música para conectar a la gente. Documentar y preservar su historia es ahora una tarea aún más importante, para la que agradezco enormemente su apoyo.
A lo largo de casi 80 años, el estudio de grabación de la calle San Miguel de La Habana Vieja ha tenido tres vidas. Comenzó en la década de los 40 como estudio de Panart Records. Sabat, un ingeniero de grabación formado en Nueva York, diseñó él mismo sus estancias, convirtiendo poco a poco la casa colonial alquilada en el punto de lanzamiento de éxitos cubanos que se darían a conocer en todo el mundo. El estudio entró bruscamente en su segunda era a principios de los sesenta, cuando pasó a manos del gobierno de Fidel Castro. Rebautizado con el nombre de Areito, se convirtió en la sede de producción de la nueva discográfica estatal Egrem, en sus inicios un experimento de creación de un sello discográfico al servicio de la ideología cultural por encima del comercio, y lugar donde se grabarían la mayoría de los discos hechos en Cuba hasta mediados de los noventa. En 1996 se grabó allí el disco Buena Vista Social Club, cuyo repertorio de canciones antiguas lo convirtió en un acontecimiento que tendería un puente entre la Cuba de "antes" y la de "después".
Después de Buena Vista, y sobre todo en la época posterior a la distensión de 2014 entre los gobiernos de Barack Obama y Raúl Castro, que supuso el punto más alto de intercambio cultural entre Estados Unidos y Cuba desde principios de los años sesenta, el estudio se había convertido en destino de turismo musical y lugar de sesiones de grabación dirigidas por productores internacionales.
Cuando entrevisté al DJ y productor de la BBC Gilles Peterson en 2015 acerca de trabajar allí, dijo que el estudio era "como entrar en el Vaticano. Hay una sensación increíble cuando entras en esa sala". Ese mismo año, Questlove recorrió el edificio durante un viaje a La Habana. En un breve documental de su viaje, titulado Quest For Cuba, pasa las manos por los instrumentos antiguos del estudio con asombro y pregunta cuánto costaría grabar allí, murmurando: "Algún día...".
Ahora es poco probable que llegue ese día, ni para él ni para otros que esperaban grabar allí. Incluido mi propio sueño de recrear allí las Panart Cuban Jam Sessions con los descendientes de los músicos originales que tocaron en aquellas legendarias grabaciones.
"El estudio está completamente destruido", dice Juan de Marcos González, el director de orquesta que grabó allí por primera vez en 1977 con su grupo Sierra Maestra, y que años más tarde organizó allí la sesión Buena Vista Social Club para Ry Cooder. Su voz, habitualmente retumbante, se secó cuando me confirmó que el estudio está cerrado y que no se permite la entrada ni tomar fotografías de su estado actual. La única parte del edificio que permanece abierta es un pequeño patio donde ocasionalmente se celebran algunas actuaciones íntimas.
"Cuando entraba en el estudio me enorgullecía decir que aquí es donde grabaron todos los músicos cubanos famosos y que gente como Nat King Cole se paró allí, en el mismo sitio donde yo estaba", dijo Juan de Marcos. "Podías sentir la vibración de todo lo que había pasado allí antes. Tenía la magia de tantos años de fusión musical. Los músicos, que somos gente muy espiritual, podíamos sentirlo".
Juan de Marcos, que vive en Estados Unidos, visitó el estudio por última vez en 2019, cuando llevó allí a los creadores del actual musical de Broadway Buena Vista Social Club. Parte de la acción de esa producción teatral se desarrolla en el interior del estudio.
En aquel momento, estaba en marcha un proyecto para renovar el vetusto edificio, que por entonces necesitaba reparaciones urgentes. El mantenimiento no había estado a la altura de los años; ya en la década de 1990, circulaba el chiste de que la consola funcionaba como si "la hubieran dejado a la intemperie bajo la lluvia." En 2015, según se informaba entonces en el sitio On Cuba, el techo tenía goteras, goteando agua sobre los músicos que grababan en la gran sala del piso superior, y sobre instrumentos y mobiliario, como las sillas originales que aún permanecían allí. La solución inmediata fue colocar botellas de plástico cortadas vacías en el suelo para recoger el agua.
En 2016, la urgencia de actualizar el estudio era reconocida internacionalmente. Radio Gladys Palmera de España patrocinó una nueva capa de pintura y reparaciones menores como arreglar una puerta rota. En 2017, la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI) publicó un informe en el que examinaba "El caso de Cuba: La Isla de la Música", destinado a desarrollar una estrategia para "Fortalecer la competitividad, el desempeño organizacional y la capacidad exportadora de la industria musical cubana." El ONUDI concedió una suma, que según la revista IQ ascendía a 1,3 millones de dólares, al gobierno cubano para potenciar el sector musical cubano y "optimizar" la comercialización de la música cubana.
Parte de ese dinero se destinó al estudio de La Habana Vieja. Una de las iniciativas fue instalar una nueva consola en el Estudio 101 del edificio, que sustituiría a la Amek Mozart de diseño Neve con la que se grababa Buena Vista. En colaboración con el Ministerio de Cultura cubano y gracias a la subvención del ONUDI, la empresa londinense KMR Audio suministró e instaló una nueva SSL AWS 948 y un equipo Pro Tools HDX. Tom Shorter, ingeniero de KMR, también trajo micrófonos, convertidores externos y monitores.
Shorter, que voló a La Habana para el trabajo en 2019, recuerda que en aquel momento el estudio de arriba ya estaba prácticamente vacío, aparentemente para facilitar las reparaciones.
En septiembre de 2019, un jubiloso post con una cara sonriente pregonaba la nueva instalación de la consola en la cuenta de Facebook del Egrem Recording Studio, anunciando que "la restauración avanza."
En 2020 ya no había caritas sonrientes. Cuando Cuba cerró por un largo periodo durante la pandemia, también lo hizo el estudio, aunque parte de la renovación pudo haber tenido lugar ese año, antes de que se detuviera definitivamente.
Aunque comprendía que el proyecto sería largo, había supuesto, dado el entusiasmo por las posibilidades de la música cubana en aquel momento y el interés de las compañías discográficas extranjeras, los productores y los turistas, que el trabajo se reanudaría. Otras personas con las que hablé pensaban lo mismo, aunque no hubo más buenas noticias.
Según Juan de Marcos , que consultó con testigos en La Habana a petición mía, los daños causados por el agua y otros deterioros del edificio eran tan importantes que los trabajadores abandonaron la obra cuando quedó claro que la Egrem no disponía de fondos para terminarla. Otros me han contado una versión diferente de la historia, citando un error de los arquitectos contratados para reparar los daños estructurales que empeoró la situación: ante el peligro de derrumbe del edificio, abandonaron la obra.
Los paneles acústicos de madera hechos a medida habían sido retirados de las paredes, y el suelo donde tantos músicos habían tocado había sido desmantelado.
Algunos me han dicho que los paneles e incluso el equipo de grabación se tiraron fuera como basura, con algunos objetos, como micrófonos antiguos, que los transeúntes se llevaron a casa para decorar sus hogares [no tengo pruebas de ello]. Las personas con las que he hablado coinciden en que el archivo de grabaciones, que según Egrem incluye 70.000 cintas maestras anteriores y posteriores a la Revolución, está razonablemente a salvo. Muchas se digitalizaron cuando Egrem llegó a un acuerdo con Sony para distribuir su catálogo en 2015. Pero otras, según un directivo de Sony España, no eran salvables. Se desmoronaron.
En febrero de 2021, los empleados del estudio Egrem volvieron a ponerse en contacto con Shorter, de KMR, esta vez para pedir ayuda a larga distancia para trasladar el SSL AWS 948 que se había instalado a bombo y platillo a otro lugar, en el nuevo Estudio 18 de Egrem en el barrio de Miramar de La Habana. Esta consola sustituyó a una AWS 924 defectuosa, dejando el estudio de La Habana Vieja sin consola.
El mes pasado hablé por teléfono con Jorge Rodríguez, productor de La Habana y ejecutivo de la industria cuyo nombre ha sido durante mucho tiempo sinónimo de Egrem.

"He pasado muchos años en ese estudio", me dijo. "Los mejores años hasta ahora".
Confirmó lo que yo había oído sobre el cierre del estudio, pero dijo que esperaba que se encontrara una solución y que no fuera permanente. "Está en fase de renovación", me dijo, añadiendo que se había elaborado un presupuesto para las reparaciones necesarias para restablecer el estudio en condiciones de funcionamiento, y que se había contactado con algunas personas de fuera de Cuba para una posible inversión en el proyecto.
Una propuesta para la restauración del estudio, de 2021, puede encontrarse en el sitio web del Ministerio de Cultura cubano, en la sección "oportunidades de negocio". El proyecto "busca el rescate arquitectónico del edificio, la reanimación tecnológica del estudio de grabación y la creación de una suite interactiva". También se incluirían en el presupuesto propuesto espacios para la grabación de vídeos musicales, la realización de visitas guiadas para los visitantes y un programa de talleres y conferencias. Una vez finalizadas las obras, dice, el estudio ofrecería servicios de grabación y mezcla para clientes extranjeros.
La inversión necesaria propuesta en el documento es de 21.000.000 de dólares en moneda estadounidense. Afirma que nada de ese dinero provendrá del gobierno cubano; dependerá de fondos extranjeros. Que hasta ahora no han llegado.
"No veo una luz clara", dijo Rodríguez.
"Me gustaría creer que no está más allá de la salvación", me dijo un productor cubano que vive fuera de Cuba. "Su estado refleja, por desgracia, el deterioro general que afecta a muchas partes del país, desde los monumentos históricos hasta servicios vitales como los hospitales".
Juan de Marcos coincide. "Dicen que lo arreglarán, pero con las condiciones en las que está Cuba ahora, donde faltan alimentos, gasolina... no es posible. Así que vamos a perder este lugar. En todo caso tenemos que tener esperanza. Pero puedo decir que por ahora el estudio está completamente jodido".
In Brief: The Story of Panart Records in 20 Songs
A brief history of twenty songs recorded in the Panart studio that marked the path of Cuban music. Read and listen!